DIARIO DEL ORÁCULO DE DELFOS V

Palma de Mallorca, 22 de mayo 2017

Cada día tengo que escribir un artículo para cualquier periódico. Yo, que vengo de Umbral y últimamente de Raúl del Pozo, gran amigo mío -de los dos tengo ensayos escritos y publicados-, considero que un artículo debe ser un proceso de destrucción o una decapitación de algo, de alguien, de todo. La información de los periódicos sólo sirve para invitar al lector a una lectura sosa, aburrida, noticiable, inmensa de datos y otras repugnancias. Hay columnistas que escriben como si fueran redactores de un periódico, esto es, a base de información y de la prosa absurda, hambrienta, perdis. A mí personalmente me da asco este tipo de articulismo. Todo artículo tiene que comprender de dos mezclas, por un lado el pensamiento y por otro el lenguaje. Mi lenguaje es brutal, agresivo, metafórico, estético. No hallo otra cosa mejor en una columna periodística que la mineralogía de la estética. Con una palabra se puede crear todo un terrorismo lingüístico y amonal. Yo soy un terrorista del articulismo.

Digo que el artículo puede hacer tambalearse a todo un consejo de ministros, a una sociedad entera, a una cultura que sólo se ve envuelta en la incultura. La culturización del artículo propone adjetivos y nombres, hazañas de la historia más increíbles denotaciones de bombas metafísicas. El pensar no es lo propio de un artículo, sino lo que hace que un lector de periódicos le lea a uno más allá del verbo insospechado, la proposición descuartizada, la sintaxis más allá de la propia sintaxis, en definitiva, la literaturización del pensamiento. Si no se escribe desde la literatura, no hay artículo posible, sólo queda ahogamiento, falsedad, bodrio o esa inmensa sed que se presenta en forma de angustia existencial. El artículo es la superación de esa angustia y de la calma chicha de la mayoría de articulistas que yo mismo leo. Escribir en un periódico es una pregunta acelerada a la sibila del Oráculo de Delfos.

Prosigo otro día. Hace sol en Palma de Mallorca. Leo a Ortega y estoy escribiendo una novela filosófica que titula “La Piedra o la muerte de la filosofía”. Mi vida ya no es otra cosa que la búsqueda de mi ser en la ontología. Para escribir me pongo siempre gafas de sol.


Emilio Arnao. 

Comentarios

Entradas populares