DIARIO DEL ORÁCULO DE DELFOS XVIII

Binisalem, 12 de julio 2017

Veo cómo los árboles respiran profundamente ante mi corazón abierto como vaginas del verano. Amo la naturaleza como si amara a un niño recién nacido. Este silencio que me deja los posos del café en la boca. Esta soledad buscada que me aleja de la ciudad vestida como un cuadro pop, ruidosa y acelerada. Este yo dentro de mi más yo, como si el mundo se alejara de mí siendo yo solamente el mundo. Todo ello se enciende como una pregunta contestada, como un viaje hacia mis adentros en donde sólo encuentro urgentes noticias desaparecidas de todos los periódicos. Aquí, en el campo, bajo la sombra del eucaliptus, escuchando la aurora como entra por la ventana, durmiendo bien, comiendo muy poco, dejando que mi pulso torne a la ecografía de mi alma, reconozco que es lo mejor que podía haber hecho después de una temperada en el averno donde yo me consideraba un hombre perdido en la angustia, en la nada, en un tiempo que jamás llegaba, porque el tiempo nunca llega, sino que pasa sin avisar y así van sucediéndose los años sin que nada ocurra, sin que nada crezca, sin que nada cambie. Una vida repetida es una vida perdida. En la vida tienen que estar ocurriendo constantemente cosas, sino desde el muelle nunca parte ningún barco.

Aquí, en plena naturaleza, me encuentro con el dolor mitigado. El sol cae sobre mi cuerpo cuando nado en la piscina y da la impresión que mi mente debe dejar de acudir a los despachos de los médicos. Anuncio la explosión de la vida en toda su plenitud, como si regresaran las palabras todas llenas de su único y absoluto significado. Estoy recuperando el lenguaje en su estado de pureza. Porque puro me siento y porque nada he de decir que no me tenga que callar. Me afeito el rostro para rejuvenecer. No necesito a Mefistófeles para pactar la eterna juventud. La juventud es una cuestión de un estar y un sentir, de un observarse y un vivir en presente. No existe el paso del tiempo, lo que existe es evitar pensar en que el tiempo pasa. Una vez superada esa sensación ya puedes volver a fumar plácidamente bajo la sombra del eucaliptus.

Emilio Arnao.

Comentarios

Entradas populares