DIARIO DEL ORÁCULO DE DELFOS XXIII

Palma de Mallorca, 4 de julio 2017

Llega el verano y con él la vagina abierta de Antígona. Julio es un mes en el que la vida cubre al tiempo de todo existenciarismo. De este modo existir se propone como una acción en donde buscar la aventura en los más nimios detalles. La vida no es otra horma sino esas pequeñas cosas que nos ofertan los precios del mundo, un paseo al crepúsculo, un poema escrito en el ordenador, una canción de David Bowie, un baño en el mar, la lectura de “El lobo estepario” de Herman Hesse, en definitiva, ese diminuto mundo en el que nos movemos y que a veces da la impresión que, si se anula la acción, puede detenerse en la náusea, en el tedio, en el espacio entretejido de tiempo voraz e incomprensible. Llega julio y con él el avance de todo hombre hacia su propia búsqueda, la búsqueda de uno en el Ser, donde la nada sartriana sólo sea un anuncio publicitario o un pellejo de viejas moléculas detenidas en el hígado. Hay que despertar al mundo como si cada cosa que hiciéramos fuera la última.

Hoy me he levantado con ganas de vivir. He superado el insomnio, puesto que me han recitado unos nuevos hipnóticos que hacen que duerma bien y que me agrupe en el mundo con toda la espaciosidad que se abre ante mí para que sea recubierta de alegría, de ilusión, de sensaciones de colores muy semejante a la sensación que produce ver las auroras boreales allá en el norte, junto al hielo. Mi hielo hoy es gozo y plenitud. Sé que voy cambiando de estado de ánimo así como van pasando los días, pero es que yo no soy sólo un hombre, sino varios, según las estaciones varíen o los días me propongan una alimentación distinta en su forma y materia. Y no estoy hablando de un estado ciclotímico, pues yo no padezco de esas euforias y esas tristezas causadas por un trastorno neuronal, sino que solamente soy un hombre que vive el tiempo dentro del tiempo, aunque a veces no halle esa espaciosidad en donde encontrarme. Hoy sí que he conseguido unir esa bráctea que es tiempo/espacio. Por lo tanto, me siento feliz de que el mundo continúe y que no siga abriendo esos túneles o laberintos tan bien explicados por la literatura mágica sudamericana. Estoy pensando en un Carlos Fuentes, en un Ernesto Sábato o en un Jorge Luis Borges. Mañana hablaré de alguno de ellos. Amo el boom de latinoamérica en literatura igual que hoy me amo a mí mismo. Sé que amarse u odiarse sólo depende de la máscara de las constelaciones. El Universo aún tiene que nacer. Hoy sólo es un átomo a punto de su expansión. Hoy he cantado mientras me duchaba.

Emilio Arnao.

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